Virgen del Valle Besamanos 2014 (A Dori)

Pontificia, Real, Ilustre y Primitiva Archicofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas, Nuestro Padre Jesús con la Cruz al Hombro, Nuestra Señora del Valle y Santa Mujer Verónica, Sevilla.

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Madre de los Desamparados Besamanos 2014

Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Salud y Buen Viaje, María Santísima Madre de los Desamparados, San Juan de Ribera y Protomártir San Esteban, Sevilla.

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Domingo IV de Cuaresma, 30 de marzo de 2014

DSC_0751 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 9, 1-41

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron:

— Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?

Jesús contestó:

— Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.

Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo:

— Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).

Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:

— ¿No es ése el que se sentaba a pedir?

Unos decían:

— El mismo.

Otros decían:

— No es él, pero se le parece.

Él respondía:

— Soy yo.

Y le preguntaban:

— ¿Y cómo se te han abierto los ojos?

Él contestó:

— Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver.

Le preguntaron:

— ¿Dónde está él?

Contestó:

— No sé.

Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.

Él les contestó:

— Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.

Algunos de los fariseos comentaban:

— Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.

Otros replicaban:

— ¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?

Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:

— Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?

Él contestó:

— Que es un profeta.

Pero los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron:

— ¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?

Sus padres contestaron:

— Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse.

Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos; porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: «Ya es mayor, preguntádselo a él.»

Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron:

— Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.

Contestó él:

— Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo. Le preguntan de nuevo:

— ¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?

Les contestó:

— Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso; ¿para qué queréis oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?

Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron:

— Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene.

Replicó él:

— Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder.

Le replicaron:

— Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?

Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:

— ¿Crees tú en el Hijo del hombre?»

Él contestó:

– ¿Y quién es, Señor, para que crea en él?

Jesús le dijo:

— Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.

Él dijo:

— Creo, Señor.

Y se postró ante él.

Jesús añadió:

— Para un juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven vean, y los que ven queden ciegos.

Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron:

— ¿También nosotros estamos ciegos?

Jesús les contestó:

— Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado, pero como decís que veis, vuestro pecado persiste.

Palabra del Señor

Esperanza Macarena Septenario 2014

Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestra Señora del Santo Rosario, Nuestro Padre Jesús de la Sentencia y María Santísima de la Esperanza Macarena.

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Pasos de Dios por Sevilla: Pregón de Ignacio Montaño

Pasos de Dios por Sevilla.
Primer Pregón de la Hermandad de Jubilados de Hacienda celebrado en el salón de actos de la Delegación de Hacienda de Sevilla a cargo de Ignacio Montaño Jiménez.

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Teatro de la Maestranza, Sevilla 27 y 28 de marzo de 2014

Teatro de la Maestranza, Sevilla.

Jueves 27 / Viernes 28
Marzo 2014 (10º abono)
Mahler Nocturno
Pedro Halffter, Director

G. MAHLER: Sinfonía nº 7, en Mi menor “Canción de la Noche”

 

Triduo a la Soledad en San Buenaventura

Real, Ilustre y Franciscana Hermandad y Cofradía de Nazarenos de la Santa Cruz en el Monte Calvario, Santísimo Cristo de la Salvación y Nuestra Señora de la Soledad, Sevilla.

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La Anunciación del Señor, 25 de marzo de 2014

La Anunciación del Señor (La Encarnación) 25 de marzo.
Ntra. Sra. de la Encarnación de San Benito.

dsc_00052Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 26-38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
-«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. »
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
-«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel:
-«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
-«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó:
-«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra. »
Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor.

Señor de la Esperanza Besamanos 2014

Agrupación Parroquial del Santísimo Sacramento, Nuestro Padre Jesús de la Esperanza en el Puente Cedrón, María Santísima del Rosario, Virgen de la Medalla Milagrosa y San Juan Evangelista, Sevilla.

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Domingo III de Cuaresma, 23 de marzo de 2014

samaritanaLECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 4, 5-42

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaría llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice:

–Dame de beber.

(Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.)

La samaritana le dice:

–¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?

(Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.)

Jesús le contestó:

–Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.

La mujer le dice:

–Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?

Jesús le contestó:

–El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.

La mujer le dice:

–Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla.

Él le dice:

–Anda, llama a tu marido y vuelve.

La mujer le contesta:

— No tengo marido.

Jesús le dice:

–Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.

La mujer le dice:

–Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.

Jesús le dice:

–Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.

La mujer le dice:

–Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.

Jesús le dice:

–Soy yo, el que habla contigo.

En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o de qué le hablas?» La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente:

–Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será éste el Mesías?

Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él. Mientras tanto sus discípulos le insistían:

–Maestro, come.

Él les dijo:

–Yo tengo por comida un alimento que vosotros no conocéis.

Los discípulos comentaban entre ellos:

–¿Le habrá traído alguien de comer?

Jesús les dice:

–Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: Levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así, se alegran lo mismo sembrador y segador. Con todo, tiene razón el proverbio: Uno siembra y otro siega. Yo os envié a segar lo que no habéis sudado. Otros sudaron, y vosotros recogéis el fruto de sus sudores.

En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer:

–Me ha dicho todo lo que he hecho.

Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer:

–Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.

Palabra del Señor